martes, 21 de septiembre de 2010

El regreso

Me encantaría decirte que hace mucho no le doy bola al blog porque estoy a mil, re ocupada viste, pero si te digo eso te miento, descaradamente te miento. Lo que me pasó fue un bloqueo mental, bueno, más que un bloqueo mental fue un bloqueo vital diria yo. Igual, no dramatizo eh, no es mi estilo. Pero, ¿nunca te pasó el: “no tengo ganas de hacer nada”? Me juego a que sí y sino desconfío. El problema es que esta racha de vida/bodrio se me fue prolongando demasiado esta vez, aunque de a poco, se ve que estoy resurgiendo, como ahora, ponele, que estoy escribiendo. Mirá, para que te des una idea, hace unas semanas fui con una amiga a una tarotista y la bruja apenas me empieza tirar las cartas me dijo que estaba muy para adentro, desmotivada, puntualmente me describió como una flor marchita. Mierda, dije yo, le pegó, marchita, esta bruja si que sabe. Después pensé que con la cara de ojete que tengo últimamente, tampoco es que hay que ser adivina y chau crédito al intento de vidente. En fin, así me sorprendió el invierno, en un stand by persistente. Como si de golpe todo lo que generalmente haces por gusto, se convirtiera en una carga, en una obligación, “tengo que salir”, “tengo que ir al curso de fotografía”, “tengo que ir a tomar el te con las chicas”, “tengo que ir a flora”, “tengo que escribir”, tengo que hacer todo eso y no tengo nada de ganas, ¿qué tal? Así de simple, al no tener ganas, todo se fue tiñendo de un “tengo que” insoportable. Decime, si llegaras a ese punto, ¿vos que harías? ¿Te obligarías a hacer todo, aunque eso te requiriera un esfuerzo heroico o esperarías a que las ganas reaparezcan? Como cuando no tenes hambre, ¿comes igual o esperas a que te empiece hacer ruido la panza? ¿Luchar contra un sentimiento o escucharlo y dejarlo ser? Porque me suena que si las ganas se rajan y te dejan en pampa y la vía, algo te están queriendo decir, ahora flor de conchudas son, te mandan un mensaje subliminal y se toman el palo, me querés explicar entonces, ¿de dónde corno saco las ganas para descifrarlo? Y acá estoy, después de un lapso considerable de hacerme la boluda, de escaparme al mundo del ocio, de ponerme en off, de tele hasta tarde y de siestas eternas, acá estoy, poniéndole el pecho a las balas, tratando de entender que fue lo que pasó. Pienso, pero la realidad es que no pasó nada grave, no me sacrificaron al perro (que no tengo), no me echaron del trabajo, no tuve un desengaño amoroso, no pasó nada, nada de nada, absolutamente nada. Claro, nada, o sea, ¿nada entendés? Se me va aclarando un toque el panorama, no se a vos. Ok., no me pasó nada malo últimamente, pero tampoco me pasó nada bueno, no me pasó nada y la nada misma pareciera un tanto desalentadora, ¿no? Por ahí no es que las ganas me abandonaran, por ahí se vieron opacadas por esa “nada deplorable”, por ese “todo sigue igual angustioso”, por la frustración de sentir que la cosa no cambia. En una de esas la mente se acostumbra a esa nada y al ser ese el estado dominante, las ganas suponen que eso es lo que hay que hacer, nada. Me quedó lindo el auto análisis de la situación, el tema ahora es como solucionarlo. ¿Será tan fácil como decirle a la mente que no se acostumbre a la monotonía de la nada, que no se angustie porque todo sigue igual, que no se frustre porque la cosa no cambia y avisarle que estuvo confundiendo donde apuntar las ganas? Hacerle entender que si apunta a las ganas a no hacer nada, indudablemente no va a cambiar nada. No se si será tan facil, no se con certeza esa respuesta, la verdad es que tengo muchas más preguntas que respuestas, pero si hay algo que sí se con certeza es que una vez que tocaste el fondo del pozo no te queda otra que empezar a salir, como se que después de tanto invierno, al fin llega la primavera, como se que después de estar mucho tiempo lejos, va siendo la hora de volver.