jueves, 19 de enero de 2012

Casa nueva vida nueva, dolor de por medio

Sufro el calor, transpiro pero no soy capaz de ir a prender el aire acondicionado, murió el control y me niego a subirme a una silla y apretar on directo del artefacto, no puedo y adjudico esa imposibilidad de moverme al dolor en el coxis que me tiene hace una semana sentada de costado, de guardia en guardia hasta llegar al Centro Valls y a que, previa consulta con Zubizarreta, el traumatólogo de confianza de Cris, me inyecten cortisona para esperar anestesiada el resultado de la resonancia magnética que proporcionará el veredicto de la causa de que mi huesito dulce me esté atormentando la vida. Que puede ser por mis pies planos, o mi mala postura, que tal vez hice un mal movimiento sin darme cuenta o que sea por mis problemas psicológicos como sugirió mi hermana en una reciente pelea de dos arianas con un ataque de histeria. En fin, seguramente sea eso, lo más seguro es que tenga un quiste de veneno y maldad incrustado en el medio del traste, lo que sea, de a poco la droga va surtiendo efecto. Me río por dentro de la idea de un quiste provisto de problemas emocionales, mientras tanto me derrito y empiezo a pensar como voy a valorar el aire acondicionado ahora que en pocas semanas dejo el hogar materno, que por fin me voy a vivir sola. Voy a extrañar el aire acondicionado tanto como la calidez y locuras de mi madre, como que me hable por mensaje de texto cuando estamos a un pasillo de distancia, o que se acerque a mi cuarto para recomendarme un clásico que está por empezar y no me puedo perder y que se quede vigilando hasta que pongo el canal que me dijo o ir hasta su cuarto y correr la pila de libros de su cama para verlo con ella, aunque sepa que me va a contar toda la película de principio a fin antes de que empiece, y ni hablar de como carajo me voy a despertar por las mañanas si no es con sus gritos, claro que voy a extrañar todo eso. Sin embargo no lo vivo ni con miedo, ni melancolía, ni angustia, nada de eso, es pura emoción, excitación lo que siento, es evolucionar, es saber que llegó el momento. Tal vez mi coxis esté por explotar de contento, ¿quién te dice que en una de esas no pueda ser eso?