sábado, 23 de octubre de 2010

Otra

Tanto timpo y ahí estas, desde el colectivo, sin inmutarme, te veo pasar. Y seguís tan vos, tan ostensiblemente vos, con tu forma despreocupada de caminar, con tus manos en los bolsillos, con tu seriedad impostada, con todo vos y con nada yo. Porque la que vos conoces no te mira más, no son más mis ojos entrecerrados, no es más mi sonrisa tímida, no son más mis nervios disimulados. No soy más esa, yo, aunque vos sigas siendo tan vos.

martes, 12 de octubre de 2010

La incomprendida

El hombre que esta al lado mío esperando el ascensor en Comodoro Py no para, no para. ¿No entiende que no le quiero hablar?, ¿que no lo pienso contestar? No señor, no me interesa comentar del clima, ni de los mineros, ni de mi cara de cansada. Sí señor, estoy cansada, lo ve en mi cara, me lo esta haciendo notar, y con mi mirada fulminante le estoy implorando que se calle, ¿por qué no se da cuenta entonces que necesito que pare, que no puedo, ni quiero mantener una conversación con usted? No señor, no estoy cansada porque ya casi estamos a fin de año, traigo encima un fin de semana de puros excesos, eso pasa, pero usted no lo sabe porque por si todavía no se dio cuenta, usted esta hablando solo. Si señor, buen día para usted también, el mío recién va a ser bueno cuando por fin llegue a la cama. Y ahora lidiar con el joven taxista, si me pongo el i-pod es porque no te quiero escuchar, ¿tan difícil es que te avives? No flaco, te lo pido por favor, no hagas que me tenga que sacar el auricular cada microsegundo, no me obligues a tener que contestarte, al menos el señor del ascensor se conformaba con que le asintiera, pero vos no, vos insistís. ¿Cuánto más tengo que mantener esta conversación monosilábica para que veas que no tenemos nada en común? Te contesto que sí, que me gusta vivir en la ciudad y me decís que vos ni loco cambias el árbol de tu jardín por el ruido de los colectivos, me preguntas donde me gusta irme de vacaciones y cuando te tiro el mar vos me lo contrarrestas con el lago del sur. No, nunca como feijoada, salvo alguna que otra vez en Brasil. La verdad es que mucho no me gusta y tampoco juego al tenis. ¿Eh?, ¿qué si me gustaría ir con vos a un restaurante brasilero? ¿Qué vos vas hacer que me guste? Sí, te escuché pero si no contesto y miro por la ventana, es una forma sutil de decirte que no, de dejar pasar el comentario. Pero no lo captas, me repreguntas y bueno no se puede ser, no me da decirte que no. Ahora volvés con el tenis y a mi no me interesa, estoy llegando a destino, basta de esta tortura. No flaco, dame el comprobante de pago y me bajo no me des un papel y una birome, no me obligues a escribirte mal el número, terminemos con esta farsa, vos y yo no llegamos ni a la esquina juntos, no me vas a llevar a comer, ni a jugar al tenis, eso no va pasar nunca, lo tenés que estar viendo en mi cara. Decime, ¿vos me viste bien?, porque en este preciso momento soy la viva imagen de Lindsay Lohan entrando a rehab. Bueno, no me dejas otra opción, ahí tenés el teléfono de anda a saber quien, que te vaya bien a vos también, a mi recién me va ir bien cuando por fin llegue a la cama. De vuelta en la fiscalía, solo quedan unas pocas horas, voy a intentar archivar las veinte mil causas que entraron en el turno, ¿a quién le miento? No lo voy hacer, simplemente no puedo, es a mi a la que tienen que archivar, paquete de archivo, caja y que me embalen bien embalada, hasta que vuelva a ser yo y recién voy a ser yo cuando por fin llegue a la cama.

jueves, 7 de octubre de 2010

Sobre la amistad entre el hombre y la mujer

"El hombre lo primero que piensa cuado ve a una mujer es: le doy o no le doy, después viene todo lo demás"
Listo, por si me quedaba alguna duda...