lunes, 14 de diciembre de 2009

Porque a veces no todo se ve tan claro

En épocas de pubertad a flor de piel (terribles épocas), tuve una etapa en la que fui fanática de las Spice Girls, no se me pintó, un día vi a unas amigas en el recreo armando un grupo y dije yo quiero eso, así que me compré el cd (que ni siquiera recuerdo si alguna vez llegué a escucharlo entero), compré cuanta revista encontraba con ellas en la tapa y sin detenerme a pensar si realmente me gustaban o no, si eran para mi, de un día para el otro me volví una seguidora más de la bandita furor del momento. Creo que el entusiasmo no me duró ni un mes, al poco tiempo me encontré en mi cuarto con una pila de revistas teens con notas que nunca había leído en profundidad y un disco con letras que no me reflejaban en lo más mínimo, me di cuenta que no tenían nada que ver conmigo y así de rápido como habían entrado, fue como las Spice desaparecieron de mi vida. Ahora pienso cuan diferente hubiera sido el proceso, si en vez de decidirlo por mi misma, me lo hubieran impuesto. Cantadísimo que mi fanatismo se hubiera intensificado, que de ser una bandita cool hubieran pasado a ser en mi cabeza la banda de mi vida. Supongo que a la larga me hubiese dado cuenta que hay bandas mejores (por lo menos mejores para mi) y que en vano había pataleado y llorado por una que en el fondo nunca me había gustado tanto, con el tiempo hubiese ido entendiendo que esas letras no me significaban nada, pero pienso cuanto más complicado hubiese sido verlo en esas circunstancias. Porque a veces pasa eso cuando perdemos algo por más que de que nunca nos atrajo del todo, cuando no elegimos que se vaya, inexplicablemente ese algo pasa a ser lo mejor que tuvimos. Afortunadamente, el tiempo nos va aclarando el panorama.

4 comentarios:

  1. Afortunadamente ese dia llega no?
    Haragana, una pinturita lo tuyo.

    ResponderEliminar
  2. Claro. Un beso. ¿Te compraste el bikini?

    ResponderEliminar
  3. Idealicé tanto a un flaco que, cuando por fin me dio bola y estábamos saliendo, me parecía imposible que no tuviéramos química, o darme cuenta de que estaba claro que no éramos el uno para el otro. Así que seguí, igualmente, porque claro, había conseguido lo que tanto había esperado e idealizado. Seguí totalmente consciente de que no tenía que ser.
    Hasta que un día el también se concientizó. Y me dejó.
    Y me quise matar. Porque aunque nunca fue genial, fue él el que decidió que se terminara y no yo (que era la que tuvo en claro siempre que no iba a prosperar!).

    El tiempo me está aclarando el panorama!

    ResponderEliminar