domingo, 6 de diciembre de 2009

Una de boleros


Vestido de pana naranja, largo hasta al piso, suministrado por la bolsa de disfraces, eso y poner el cd de Chico Novarro junto a Silvana Di Lorenzo, que muy amablemente y sin saberlo me prestaba su voz esas tardes en las que afortunadamente me quedaba sola en Esmeralda. ¿Qué entendía yo de amores no correspondidos, imposibles o perdidos? No entendía nada pero no importaba, yo cantaba boleros sin saber que eran boleros y brillaba, como brillaba. Esperar que se cerrara la puerta, correr hasta el placard, subirme a la silla y alcanzar la preciada bolsa, personificarme y darle play, “Arráncame la vida de un tirón que el corazón ya te lo he dado, apaga uno por uno sus latidos pero no me lleves al camino del olvido”. Cepillo/micrófono en mano, el espejo me ovacionaba y yo interpretaba fervientemente cada una de esas frases sin padecerlas, paradójicamente, ahora cuando las padezco, ya no me entusiasmo tanto de interpretarlas. Porque eso estaba bueno de los nueve o diez años, no necesitar nada más que un vestido de pana naranja, largo hasta el piso, eso y un partenaire imaginario, que por supuesto en mi cabeza era mucho menos Novarro y más Chico.

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