martes, 10 de noviembre de 2009

Ingenua mirada


“¡Ay Machi no desvíes el ojo así!”, Cris casi se desmaya cuando escuchó a mi hermana Male. “¿Cómo que no desvíe el ojo?” gritó alarmada mi madre. Al día siguiente directo del colegio me llevó al oculista, no me olvido más. Tenía unos escasos cinco años cuando me diagnosticaron estrabismo. Años más tarde en una carta que me mandó al Emaus (invento catequístico de colegio de monjas), mamá escribió (y transcribo textualmente): “Que tristeza me dio cuando tuviste que usar anteojos, me puse a llorar y Male también… pobre me decía, mamá ¿Por qué le tocó esto a Machi?” Yo en cambio estaba chocha con mis anteojos, los tuve de todas formas y colores, llegué a tener unos de fondo fucsia con lapiceras voladoras, se ve que Cris se esforzaba por darle color a lo que para ella devendría en un trauma infantil o vaya a saber uno qué. Ignorante de la desgracia que me acongojaba empecé a ver el mundo desde dos ventanas redondas. Y con mi corte carré, delantal celeste y lentes andaba yo por la vida. Nunca me significaron una molestia, siempre fuimos buenos compañeros. Mis anteojos y yo éramos inseparables. Tanto los quería que hasta un día fui capaz de meterme al mar con ellos, solo fui consciente de que los tenia puestos cuando se me empezó a empañar la vista, cuando quise sacármelos se me anticipó una ola y descaradamente me los arrebató. Al otro día ya tenía unos nuevos, mamá siempre estaba atenta a mi deficiencia ocular y se ocupaba para que esta no se agravara. Pobre Cris, un poco la entiendo, no debe ser fácil lidiar con una hija bizca, porque admitámoslo, esa es la cruda verdad, de niña supe ser bizca.
Un día ocurrió lo impensable, me había curado. Tendría ya diez u once años, no me acuerdo bien pero me curé, me lo confirmo Valenzuela, mi oculista por casi seis años. Lo previsible era que usara anteojos hasta que alcanzara una edad adecuada para operarme. Es que parece ser que el estrabismo no se cura así como así, sin embargo mi ojo izquierdo se corrigió solo, ayudado por mis anteojos claro. Y así fue como de un día para el otro sin necesidad alguna de intervención quirúrgica, dejé de usarlos, fue un milagro me llegaron a decir y yo les creí. Nunca más recurrí a ellos, aunque ahora que lo pienso, de vez en cuando no me vendría para nada mal que se me desviara un poco el ojo, es que a veces extraño la visión que tenía con mis anteojos.

7 comentarios:

  1. Cuando lo leiste el otro día, te imaginé, perfectamente descripta en el texto. Y hoy que veo la foto, ademas de morirme de amor, confirmo lo que habia en mi imaginación!

    Muy bueno Machi!!!!!

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  2. BUENISIMO!!! pocas personas tan geniales como machi de niña
    a todo esto, mi oculista tmb es valenzuela ja!
    besones
    toia

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  3. Machi, salio otra genia artista!!!!!!!!!!!! me encanta tu manera de contar lo que te pasa con cierta ironia, y riendote de vos misma, te amo!!!!!!!! realmente tenes un estilo muy personal,
    perdoname por haber entrado a tu mundo sin haber sido invitada, pero realmente me estoy divertiendo mucho, un besote enooooorme de tu tia Mala

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  4. El mejor de todos anteojito!!! Ya me lo habias leido y me sigue pareciendo genial..
    Grande machh!! Me estoy haciendo habitue de este blog y demostraste tener un gran don para escribir...
    Sigo leyendo..
    Hasta el proximo comentario chulaaa!!!

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